ENTARTETE KUNST: Arte Degenerado.
- Dan Domer
- 16 ago
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Actualizado: 6 oct

Lo que están viendo son los productos enfermos de la locura, la impertinencia y la falta de talento. Necesitaría varios trenes de carga para limpiar nuestras galerías de esta basura.
Adolf Ziegler, presidente de la Cámara de Cultura del III Reich.

Adolf Hitler (dos veces rechazado por la Academia de Bellas Artes de Viena) fue un apasionado amante del arte. Está clara su vinculación entre el discurso estético con el político, pero sus tendencias preferían el neoclasicismo germánico y odiaba sobre todas las cosas el arte moderno.
Entartete Kunst (Arte degenerado), fue la expresión adoptada por el régimen nazi alemán para describir todo ese arte moderno, una abominación que los nazis combatieron con una de sus mejores armas: la propaganda.
Prohibidas como arte "no alemán" o directamente "arte judío" o "arte comunista", las obras de 112 artistas de vanguardia fueron objeto de burla, e incluso el aparato nazi comisionó varias exposiciones para que la población pudiera ridiculizarlas.

En julio de 1937, cuatro años después de su llegada al poder, el Partido Nazi inauguró en Munich una exposición que incluía obras de Paul Klee, Wassily Kandinsky, Oskar Kokoschka, Max Beckmann y otros varios artistas alemanes.
Incluso Emil Nolde, que había sido uno de los pintores favoritos del Dr. Joseph Goebbels, ministro del Reich para la iluminación del pueblo y la propaganda, fue incluido en la exposición por orden de un furioso führer que acusó a Goebbles de pasarse al lado oscuro. Rápidamente el ideólogo nazi cambiaría de gustos artísticos.

El catálogo de la exposición explicaba que el objetivo era "revelar las metas y las intenciones detrás de este movimiento filosófico, político, racial y moral, y las fuerzas motrices de la corrupción que les motivaban".
Estas estaban divididas en nueve categorías, según el aspecto “degenerado” que representaban. Algunas de estas incluyen aquellas obras que “incentivaban la anarquía política” al representar a las clases trabajadoras en lucha; las obras de “propaganda bolchevique anti-militar” que representaban soldados en el rol de víctimas o asesinos; las obras que “denigraban la religión”; las obras que demostraban la degeneración racial, representando “arte negro”.
Una de las salas mostraba las pinturas abstractas, una espina clavada para Hitler, y se denominó "la sala de la locura".
En ella se colgaron los cuadros torcidos, se pintaron las paredes con insultos a las obras y a los artistas, y consiguieron que este tipo de arte pareciera extraño y ridículo, un espectáculo de "cámara de los horrores" para que las obras parecieran baratijas degeneradas a los ojos del pueblo alemán.
Respecto a los artistas degenerados, les prohíbo someter al pueblo a sus "experiencias". Si de verdad ven los campos azules están dementes y deberían estar en un manicomio. Si solo fingen que los ven azules son criminales y deberían ir a prisión. Purgaré a la nación de su influencia y no permitiré que nadie participe en su corrupción. El día del castigo está por venir.
Adolf Hitler, führer del III Reich.
Esta exposición fue una de las tantas estrategias propagandísticas del régimen nazi para crear un “espíritu nacional culto”, inflamando a la opinión pública y poniéndola en contra del arte moderno. Lo que se buscaba era la reacción de rechazo que habilitara romper con este arte y dar un nuevo comienzo revolucionario.

El afiche publicitario de la muestra, en particular, demuestra muy bien esto. El mismo exhibe una fotografía de una obra de uno de los principales artistas degenerados, el artista judío Otto Freundlich: “El hombre nuevo”, de 1912, una escultura de piedra de un rostro humanoide.
Esta fotografía, sacada desde un ángulo extremo, lograba deformar todavía más las facciones de la escultura, con la intención de mostrarla como algo desagradable y lejano a las representaciones de belleza alemana.
A su vez, el título de la muestra, escrito con una tipografía claramente descuidada, exageraba todavía más lo disruptivo de la muestra.
El impacto que generó la muestra fue tal que esta terminó por viajar a otras doce ciudades de Alemania y Austria entre 1937 y 1941, y alcanzó más de tres millones de visitantes.
Lo que es más, en junio de 1938, mientras que la exposición de Entartete Kunst se estaba exhibiendo en Berlín, se hizo una gran subasta de "arte degenerado" a petición del mariscal Goering. La subasta se realizó en el Grand Hotel National de Lucerna y además de obras de los mejores artistas alemanes del momento, había obras de Van Gogh, Gauguin, Picasso, Modigliani y Chagall.
El responsable de subastar las obras de arte fue Theodor Fischer. En total se recaudaron 115.000 dólares y algunas de las obras vendidas fueron un Autorretrato de Vincent Van Gogh o El bebedor de absenta de Pablo Picasso. Por el contrario, otros muchos lienzos expoliados fueron considerados "demasiado ofensivos" para el gusto nazi, y en marzo de 1939 se quemaron en una inmensa hoguera situada en la Köpenickerstrasse de Berlín unos 4000 cuadros.

Gran parte de las corrientes consideradas “degeneradas” por el régimen nazi fueron aquellas que, desarrolladas durante las primeras décadas del siglo XX, se englobaron bajo el paraguas del modernismo: dadaísmo, cubismo, expresionismo, fovismo, impresionismo, surrealismo, nueva objetividad, etc. En su generalidad, para las autoridades nazis, este arte (eminentemente moderno) era peligroso porque enfatizaba el carácter individual y subjetivo por sobre el imperativo colectivo, central para los gobiernos totalitarios. Estas autoridades argumentaban que, al ser estas corrientes tan abstractas, nivelaban los posibles objetos del arte, uniendo lo heroico y puro con lo erótico e inmoral, que presentaba una amenaza para los valores morales de la sociedad alemana.

No obstante, durante la Entartete Kunst de 1937, el principal blanco de denuncia de las autoridades nazis fue una corriente en específico: el expresionismo alemán. El motivo aparente sería la victoria del antimodernismo intransigente de Rosenberg, un político cultural, por sobre la flexibilidad de Goebbels. Otro aspecto curioso de la muestra es que se haya centrado en el arte alemán; y es que, se interesó por mostrarle a los “buenos” alemanes como es que otros compatriotas habían sido seducidos por ideas judías o bolcheviques.
Para finalizar, los nazis acabarían despidiendo de la docencia, deteniendo e incluso asesinando a los artistas de la muestra, y sus obras serían destruidas o vendidas a precios ridículos para inundar el mercado del arte. La hoy prodigiosa colección del MoMA, por ejemplo, cuenta con varias obras salidas de esta exposición.









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